sábado, 16 de junio de 2012

the birthday party: prayers on fire (1981)

album: prayers on fire (1981)
género: post-punk, otros
componentes: 
Mick Harvey (guitarra)
Rowland S. Howard (guitarra)
Tracy Pew (bajo)
Phill Calvert (batería)
Nick Cave (voces)



Esta reseña la vamos a dedicar a uno de los grupos más extraños y personales de ese cenagoso y variopinto terreno que es el punk en su más amplio sentido. Cuando buena parte de la atención que suscitaba este cambio de rumbo y de conceptualización de la música durante la segunda mitad de los  70 estaba centrada principalmente en los prolíficas escenas asociadas al género en Reino Unido y EE.UU., no faltaba un sinfín de propuestas en diversos países a los que a menudo sólo se ha hecho justicia en 'recopilatorios nostálgicos' realizados en las dos últimas décadas. En Australia se cocía una escena punk cuya calidad y reconocimiento quizás fue eclipsada en un primer momento por las industrias a ambos lados del charco, con grupos como The Saints, Last Words o ese grupo que en un primer momento se llamaba The Boys Next Door. Los componentes de este combo eran Mick Harvey y Rowland S. Howard a las desquiciadas guitarras, Tracy Pew al bajo, Phill Calvert sentado a la batería y un entonces vampírico y chupado personaje llamado Nick Cave como frontman y aullador vocalista. Venían todos de familias  pudientes y estudiaban en el mismo colegio privado para chicos en la ciudad de Melbourne. Pero a estos taciturnos mozalbetes les interesaba más la música, la provocación y las sustancias nocivas que las aburridas clases de religión. Ya en 1973 se inauguraron con la que fue su primera formación. Dos años después Tracy Pew entra a formar parte del combo, que será completado con la incorporación de Howard en 1978.



Debutaron con un ep y un primer album de 1979 llamado Door Door. Ambos tuvieron buena acogida en su país. En 1980 se trasladaron a Londres, a intentar mover su  proyecto allende sus remotas y australes latitudes. Fue entonces cuando cambiaron el nombre  por The Birthday Party. Esta idea, según la biografía de Cave, estaba inspirada en un fragmento de Crimen y Castigo de F. Dostoyewski. El disco homónimo de ese mismo año tuvo cierta resonancia en Inglaterra, lo que garantizaba un pasaporte para acabar desembocando en numerosos pabellones auditivos de frikis melófagos de un buen puñado de paises. El reputado periodista musical John Peel, que pronto se fijó en ellos, también contribuyó a su reconocimiento. Ser nombrado por Peel multiplicaba rápidamente la fama y las ventas de un grupo. No obstante, su arriesgado proyecto se encontraba a años luz de cosechar las ventas de grupos de punk más accesibles y no por ello peores o desdeñables. Tampoco daba la impresión de que buscaran algo que fuera mucho más allá que hacer las canciones que les placiera sin restricciones contractuales. Por otro lado, en el año 80 el punk está más que superado, viviendo ya una segunda fase, más en consonancia con las nuevas tecnologías, la fusión  con otros géneros, y la irrupción de la denominada new-wave. Por aquel entonces había profusión de grupos con sus particulares aportaciones al género, más o menos obvias o afortunadas, según el caso. este debut provocó críticas favorables y tuvo más éxito del esperado en un principio. 

Caracterizaba a estos inadaptados e inquietos jóvenes australianos el honor de no parecerse a ningún otro grupo conocido, pese a que a primeros de los 80 las bandas dedicadas al género se podían contar por cientos de miles. Combinaban una elegante decadencia con cierta desverguenza y buenas dosis de provocación, mezclando con naturalidad el punk con música de cabaret pasada de vueltas y un estilo oscuro, escasamente comercial y de cierta complejidad compositiva, escondida tras un muro de ruido distorsionado, un calculado caos sonoro que evidencia unas mayores dotes técnicas de lo que puede parecer. Esta muestra de blues-punk alucinado va más allá de cualquier delimitación definitoria.



En 1981 ve la luz su segunda criatura desde que cambiaran de aires y nombre, Prayers on Fire, disco que tuvo una aún más calurosa acogida y es, para muchos, su obra más emblemática. Editado con el británico sello 4AD, responsable de referencias de Pixies, Dead Can Dance y otros muchos, es un disco difícil de digerir aunque lleno de rasgos distintivos, mucha ironía descarnada en las letras y  atmósferas ruidistas que culminan en delirios atormentados. Su intensa oscuridad no da cuartel durante los 40 minutos de duración. El disco empieza con Zoo-Music Girl, una desparramada introducción post-cabaretera con la batería como protagonista que da buena cuenta de que la que se avecina se sale con holgura del tiesto de lo típico y habitual. El sexo, la religión, las drogas y otros temas son escupidos con ironía y altanería por un Cave que ya desde sus inicios daba muestras de un importante talento para la lírica, con esa actitud que mezclaba lo siniestro con la subjetividad psicotrópica, de interminables noches errantes frecuentando el lumpen urbano. Solo por temas como ese grito de desesperación que es Cry, la delirante A Dead Song o King Ink, para un servidor el mejor tema del album, y quizás de la banda, merece la pena dar una oportunidad a este disco, que probablemente más de algún punk-adicto o devorador de 'inmundicias sonoras no convencionales' que lea estas lineas no tenga el placer de conocer. 


Un año después deciden cambiar de aires y se mudan a Berlín Occidental, donde, tras grabar su tercer y último album en el viejo continente (Junkyard, 1982) surgen desavenencias insalvables que precipitan la disolución. Antes del punto y seguido colaborarían con bandas de la escena berlinesa underground como los (en su día) industriales Einstürzende Neubauten o la polifacética Lydia Lunch. Phil Carvert fue expulsado -al parecer- por no satisfacer las espectativas del grupo en cuanto a su su aportación a los platos del tema Dead Joe. Fue sustituido por Harvey, que también se las apañaba -y nada mal- con la batería. Mientras, el bajista Tracey era arrestado por conducir borracho y sería sustituido hasta su fugaz reincorporación, interrumpida definitivamente por su fallecimiento unos meses después. Estos hechos, y las desavenecias entre Cave y Howard, aderezadas por el consumo descontrolado de heroína y otras lindezas colaterales les llevó a tomar derroteros distintos. Howard formaba Crime &  the City Solution, otra interesante propuesta sonora, y Cave -en ese típico acto de megalomanía que lleva a anteponer el propio nombre al del resto de la banda- formaría Nick Cave & the Bad Seeds, cuyo primer disco 'From Her to Eternity', -que aún conserva ciertos ramalazos esquizoides de la anterior banda- también recomendamos encarecidamente. El último proyecto de Cave, compaginado con novelas y algun que otro trabajo como realizador de cine, es Grinderman, donde, en cierto modo, vuelve a buscar un sonido afilado y contundente de sus orígenes -salvando las distancias- y también merece su escucha. 



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