jueves, 12 de enero de 2012

druidismo: la magia de la naturaleza



Una amalgama de rasgos culturales comunes, extendidos de Bohemia a las islas británicas y de la llanura del Po a las bocas del Rhin, con prolongaciones en Europa del Este y Asia Menor, conformaron lo que, étnicamente, se vino a definir como pueblos celtas. Su enigmático sistema filosófico, jurídico, metafísico y religioso, conocido como druidismo, perdurará hasta la cristianización de Europa, con distorsionadas reminiscencias que llegan casi a nuestros días. La información histórica al respecto, nos es mayoritariamente proporcionada por el subjetivo testimonio de autores grecolatinos que escriben sobre pueblos ágrafos coetáneos, culturas “bárbaras” asentadas al norte del arco alpino. El druidismo, así como muchas otras fuentes de conocimiento, es al mismo tiempo una religión, una filosofía y una forma de vida. Régulos, druidas y guerreros ocupaban, por ese orden, la cúspide de una sociedad de clanes de carácter protourbano. 

Los sacerdotes o druidas, versados en multitud de artes, fundamentaron su doctrina sobre las bases de la inmortalidad, la mitología, los ritos ceremoniales y la comunión con la naturaleza, un ser activo del cual no se creen separados, existiendo dioses para todas las cosas. Formaban una institución poderosa y abarcaban en sus conocimientos los principios religiosos, la medicina y la ley. Como filosofía el druidismo nos enseña que formamos parte de un ciclo eterno donde todo está destinado a retornar a su inicio (el eterno retorno nietzscheano, ya postulado por los filósofos del estoicismo helenístico desde el siglo IV a.n.e.). Las culturas protohistóricas europeas sentían la naturaleza y el entorno natural como algo vivo y, por tanto, vulnerable. Todo tiene para el celta voces y misterios y todo encierra algo del espíritu divino. Hay una fuerza vital, el Awen o "espíritu fluido", presente en todos los seres vivos y en las fuerzas de la naturaleza.



Los druidas practicaban la teología, dirigían y oficiaban el culto a los dioses y los diferentes ritos. También trasmitían la doctrina a sus discípulos y regulaban la vida política en tanto que, como los chamanes, son intermediarios entre el mundo humano y el más allá. Su nombre, que proviene del vocablo dru-wid-es, también traducido como 'sabio del roble' significa 'los que ven más allá', lo que podría aludir a visiones proféticas. Así, pueden adoptar la forma de grandes videntes, aumentando su poder social a ojos de la comunidad, en base a una ética basada en los principios del conocimiento, la naturaleza y la justicia. Resulta necesario desterrar, en buena medida, la imagen romántica del druida, como un anciano barbado de larga melena blanca, envuelto en una aureola sobrenatural, que recolecta muérdago con una hoz de oro. Lo seguro es que constituía la cabeza de la clase sacerdotal celta, aunque su papel social no era exclusivamente religioso, como se deduce del testimonio del propio Julio César en su relato sobre la guerra de las Galias: ‘Velan por las cosas divinas, se ocupan de los sacrificios públicos y privados, reglamentan lo concerniente a la religión (…) zanjan todas las desavenencias, públicas y privadas, habitualmente no van a la guerra y no pagan impuestos’Tal fuente podría hacernos concluir que ejercían también de jueces, con lo que aglutinarían los poderes espirituales y temporales de su sociedad, organizando tanto asuntos divinos como humanos. Muchos acudirían a ellos en busca de instrucción y probablemente eran mantenidos con gran honor por el pueblo. Diodoro los consideraba grandes filósofos y Plinio escribió que eran adivinos y físicos, parte de un grupo más amplio que denominó “magos”. Posidonio, por su parte, nos indica que 'enseñan muchas cosas a otros aprendices en un período de instrucción que podía durar hasta veinte años, reuniéndose en secreto en una caverna en lejanos bosques o valles'. César añade que enseñaron en tríadas, versos de tres sentencias o frases, tradición mantenida en Irlanda hasta la conquista inglesa. El número tres resultó de obsesiva importancia con diosas madre de tres cabezas, dioses de tres rostros y divinidades de las cosechas representadas en tríadas. Quizás lo más significativo de la reverencia por el tres tenga que ver con la creencia, de origen indoeuropeo, en una tríada divina que representa los tres aspectos de la suprema realidad; creación, conservación y destrucción del mundo, ciclo completo de la existencia común en muchas religiones antiguas. El triskele, resulta así un símbolo arquetípico del mundo celta.  



Se cree que la doctrina druídica surgió en Bretaña y era resultado de una muy larga tradición remontada a la Edad de Piedra, en la que deidad, hombre y tierra eran sentidos como uno solo en unidad con la vida animal. Así, los celtas utilizarán con frecuencia el arte para representar animales como guardianes de los espíritus. Los druidas presentan una clara herencia chamánica y el análisis de su estructura muestra elementos propios de los chamanes, hasta el punto de poderse afirmar que eran chamanes celtas, aunque el trabajo chamánico no es lo único que los define, puesto que además son jueces, poetas, historiadores, médicos, maestros, consejeros, artistas o astrólogos. 

La institución druídica concierne a todos los celtas sin excepción. La función jurídica se manifiesta en el hecho de que las leyes o la costumbre no pueden ser validadas sin un referente religioso, ya que los únicos depositarios del derecho y la justicia son los dioses, y el druida es el intermediario entre éstos y los humanos. Julio César afirma la existencia de jefes druidas en distintos pueblos celtas de la Galia, anualmente reunidos, es de suponer que en medio de un gran ceremonial, en un lugar consagrado del país de los carnutos, considerado el centro de toda la Galia. La sucesión en el cargo no era hereditaria, ni automática, lo que indica que la clase druídica no era una casta, sino un ascendiente personal de difícil consecución, para cuyo acceso probablemente existían estrictas escuelas druídicas al aire libre. Como todas culturas, la celta tenía sus lugares sagrados y malditos y, sin duda, se encontraba dotada de una importante reflexión filosófico-teleológica. Las ceremonias debieron llevarse a cabo al aire libre, sobre cerros y claros de bosque, lugares que podían estar marcados con pilares, tumbas de guerreros, o círculos de piedra. Tal circunstancia ha transmitido un error histórico, bastante generalizado, que asoció construcciones megalíticas a pueblos celtas, especialmente en las Islas Británicas, cuando su origen es preindoeuropeo. Los círculos y alineamientos de dólmenes y mehires eran considerados observatorios,  localizados sobre líneas electromagnéticas subterráneas que formaban  espirales, forma característica del arte celta. Eran lugares donde, quizás, se producía un contacto con las energías que brotan de las profundidades de la tierra. Es probable que los druidas también usaran dólmenes como altares o templos. 



Los druidas investigaron profusamente el mundo vegetal y las plantas eran usadas principalmente para elaborar medicinas y pociones. La vegetación era objeto de rituales de carácter mitológico fundados en un animismo que consideraba las plantas como morada de  espíritus. Los druidas pueden tener su lugar de culto en un árbol, que guarde sus exvotos y reliquias. Aunque el tejo o el abedul también fueron objeto de culto, el árbol sagrado por excelencia fue el roble y el muérdago que crece en él. Se designaba con el apelativo de “curalotodo”, aún conservado en Escocia, Gales, Irlanda o Bretaña. Los médicos actuales aseguran, sin embargo, que no tiene ninguna propiedad salvo la de que es un vasodilatador que puede curar la hipertensión arterial. 

Las fiestas druídicas solían celebrarse cuarenta días tras un solsticio o un equinoccio, período desde el inicio de la preparación a la eclosión de las mismas, donde se liberaría toda la energía. Los celtas utilizaban un calendario lunar de 13 meses, de 28 días cada uno con un día intercalado, para calcular su año y sus festividades, lo que refleja una cultura parcialmente basada en la sucesión por línea materna. Los druidas también hicieron uso de sacrificios, siendo el fuego el elemento principal del ritual y resultando frecuentes los de toros, corderos o cerdos, por lo general machos jóvenes que simbolizaban la fuerza. Los sacrificios humanos son recogidos en testimonios de Lucano o Estrabón, aunque el interés de Roma por presentar el druidismo como una religión oscura y feroz debe llevarnos a extremar la prudencia en torno a esta y otras cuestiones. La creencia en la reencarnación y la transmigración de las almas justifica una relajada actitud ante la muerte, y es un incentivo que infunde valor en la batalla. Los celtas no creían en la dualidad de lo bueno y lo malo, en lugares como el infierno, o en una justicia administrada tras la muerte. 

Como   sucedió   con   otras   tradiciones  ancestrales, el druidismo se vio sepultado con el advenimiento  de la romanización. Las deidades celtas resultarán entonces asociadas por los romanos a sus propios dioses. A la pérdida de inmunidad social y autoridad legal, siguió la proscripción oficial bajo Tiberio I y Claudio I, lo que liberó al conquistador romano de una fuerte oposición nacionalista. El cristianismo lo hizo sucumbir, al menos en apariencia, ya que se desarrolló en Gales e Irlanda, según conceptos medievales y modernos, que unieron tradiciones celtas con nacionalismos y romanticismos desde mediados del siglo XIX. 

PANORAMIX. EL DRUIDA DEL CÓMIC 

Creado por los dibujantes Goszinn y Uderzo, se le diferencia del resto de los galos al aparecer con una túnica blanca, usada por los druidas en la antigüedad, y no con polainas. Es un sabio anciano que lleva una capa roja, vestida solo por otros dos personajes que parecen tener una ocupación importante, el bardo y el jefe de la aldea. 



LA ESCRITURA OGHAM 

La ausencia de evidencias textuales druídicas en la antigüedad, debido a la tradición oral, favorece un desconocimiento, casi total, de la doctrina religiosa. Sin embargo, la escritura no resultaba totalmente desconocida, como demuestra su utilización sobre madera y piedra, jugando quizás un papel mágico aún no aclarado del todo. Es lo que se conoce en Irlanda como alfabeto Ogham, similar al sistema de escritura rúnica. So origen se atribuye a 'Ogma, Cara de Sol, hijo de Breas', un antiguo dios irlandés mencionado en un manuscrito medieval llamado el Libro de Ballymote. El alfabeto primitivo constaba de 20 grafías resultantes de cinco marcas, pero un quinto grupo de cinco símbolos llamado Forfeda (letras adicionales) fueron incorporadas con posterioridad. Eran inscripciones escuetas y sólo tenía nombres en su breve gramática. Se han conseguido rescatar alrededor de 400 epígrafes, la mayoría procedentes de Irlanda.



NEODRUIDISMOS 

Desde finales del siglo XVIII fueron anexos a la búsqueda de una historia, con raíces celtas, independiente de Inglaterra, ganando adeptos en el ámbito nacionalista galés o irlandés en una época donde las logias secretas estaban en auge. Dos siglos después, la vuelta a la naturaleza y el abandono del mundo urbano propugnado por el movimiento hippie, lo ha puesto en relación con un desenfocado neodruidismo. Los hippies se identificaban con las flores y achacaban a sus padres haber perdido el contacto con la naturaleza y haberla además destruido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario