jueves, 8 de marzo de 2012

zombies... el regreso de los muertos

saludos de nuevo, improbable lector. el colaborador-redactor ya habitual de esta bazofia bloggera, Leandro Gado (también conocido por el sobrenombre de Jolly Roger), siempre haciendo apología del mal gusto bien entendido nos ha vuelto a obsequiar con uno de sus estudios a medio camino entre lo antropológico y lo mitológico, en un recorrido por las leyendas, la literatura y el cine, en el caso de hoy sobre el mundo de los muertos vivientes y los zombies. esperemos sea de vuestro bizarro interés.

cuando el infierno esté lleno, 
los muertos caminarán sobre la tierra 
(g. a. romero)


Los cadáveres reanimados por medio de la magia negra, con objeto de dominar su voluntad a través de la 'muerte aparente', fueron bautizados como 'zombies' por los criollos americanos en el siglo XVIII. Como sincrética expresión de ritos religiosos de tainos, esclavistas cristianos y esclavos africanos -procedentes del Golfo de Guinea- el vudú (vodoo), del que deriva la santería cubana y practicado hoy por más de cuarenta millones de personas, fundamentó la figura del zombie caribeño. 

Mucho antes, el muerto evadido de su tumba resultó un habitual de la temerosa literatura medieval europea, con antecedentes en el Antiguo y Nuevo Testamento, como el célebre Lázaro, manifestado después en la obra de numerosos autores románticos del siglo XIX, como Gustavo Adolfo Bécquer, a través de leyendas como El monte de las ánimas. 

Expresión de miedos y ansiedades del mundo moderno, las hordas hambrientas de depredadores muertos vivientes han estado bien presentes en la literatura de horror, con un primer referente moderno en The magic island (1929), de William B. Seabrook. exponenciada en el siglo XX por Stephen King, Harlam Ellison, Clive Barker, Neil Gaiman, Joc Hill, Laurel K Hami o Popy Z Prite, cuyos relatos compendió la Antología Zombie de John Joseph Adams. 

El ritual oficiado por un 'bokor' haitiano, extendido desde siglos atrás en Nueva Orleans, se basa en la exposición humana al denominado 'polvo zombie'. Dicha sustancia mezcla la tetradotoxina presente en la espina doral del pez globo, abundante en el Caribe y las costas del Japón, con otros neurotóxicos de origen animal y vegetal, que privan a la cataléptica víctima de voluntad y conciencia, condenándola a vivir como alma en pena. El bokor los hace trabajar en su provecho resultando, generalmente, empleados como esclavos en las plantaciones. También posee la capacidad de provocar la muerte, dominando abyectos rituales a menudo con la sagrada serpiente Dambala como objeto de adoración. Administrado en una dosis semi-letal (LD50 de 1 mg), el 'polvo zombie' lleva al organismo a un estado de 'muerte aparente' que puede prolongarse varios días. Algunas fuentes refieren el empleo de otras sustancias, como datura o estramonio, haciendo, la creencia popular, de la ingestión de sal un antídoto liberador de sus efectos. Los síntomas de la toxina se manifiestan, poco menos de media hora después de su ingestión, a través de espasmódicos hormigueos de rostro y extremidades, seguidos de parálisis y colapso cardiovascular.


Aun resultando una práctica documentada médicamente, el interés de los pocos casos de 'zombificación' ha resultado generalmente enterrado por la medicina oficialista, que no toma demasiado en serio ritos propios de la superchería caribeña. 

Anunciada en el Apocalipsis bíblico (San Juan 16-16), tras el retumbar de la novena trompeta, la resurrección de los cadáveres como castigo divino a la ofensa humana, constituye, con probabilidad, la más recurrente trama en una ficción de terror con la pavorosa nocturnidad de un camposanto como universal lugar común. 


En la gran pantalla, la monstruosa naturaleza humana ha constituido un frecuente recurso humanizador para antropófagos cadáveres en descomposición. Ello a través de guiones que reiteran huidas in extremis con sus correspon-dientes masacres de cientos de 'podridos', que pocas veces zanjan la definitiva amenaza a que se enfrenta una condenada humanidad que suele volver al punto de partida cuando asoman los créditos. Zombies, los cinematográficos, insostenibles a nivel científico, ya que el colapso de hígado y riñones, como causante de la coloración amarillenta de la piel, o la falta de bombeo sanguíneo desde el corazón, como nutrición y oxigenación de la células, son del todo incompatibles a la vida, el desplazamiento o una manutención propia de purulentos despojos, en busca de carne fresca, que arrancan extremidades destripando, aún vivas, a sus víctimas para devorarles las entrañas. La epidemia resulta contagiada a través de la mordedura del zombie y el consiguiente tránsito de fluidos que, tras una fría sudoración, extrema palidez e intenso temblor corporal, lleva a una muerte de la que el andrajoso cuerpo regresa conservando solo su más caníbal instinto. Inagurado por las producciones de los estudios Universal I Walked with a Zombie, de Jacques Tourneaur, traducida tras su doblaje al castellano como La Legión de los hombres sin alma (1932), White Zombie (Los muertos andan), film de 1936 producido por la Warner, El rey de los zombies (1941), y La Isla de los muertos (1945), protagonizadas por Bela Lugosi y Boris Kaloff respectivamete, el subgénero zombie, tocado de refilón en algunas producciones de los sesenta, como Plan 9 From Outer Space (1959), El carnaval de las almas (1962), The last man earth (1964), La playa de los zombies (1966) o El último hombre vivo (1971), despegó definitivamente con La noche de los muertos vivientes (The Night of the living dead), rodada en 16 mm por George A. Romero en 1968. En el 72 se acomete La noche de los muertos vivientes 2 y diez años después Dario Argento y G. A Romero dirigen a la limón la coproducción italoamericana Zombie 78.

La catalepsia, patología que provocó en siglos pretéritos no pocos enterramientos de personas vivas que intentaron con desesperación salir de sus sepulturas, fundamentó guiones como la adaptación de Edgar Alan Poe, protagonizada por Vincent Price para la productora británica Hammer Films, La caída de la casa Usher (1967). La parrilla zombie anglosajona se ve engrosada esos años por títulos como La noche de las gaviotas (1975), La lluvia del diablo (1975), Último deseo (1976), Rabia (1977), del canadiense David Cronenberg, Ondas de choque (1977) o Zombie 2 (1979). Nada desdeñables resultan las abundantes incursiones en el tema del metafórico “terror made in Spain”, cultivado en el tardo-franquismo, a través de cintas, hoy objeto de culto, del realizador gallego Amando de Osorio; Una Virgen entre los muertos vivientes (1971), La noche del terror ciego (1971), El ataque de los muertos sin ojos (1972), La orgía de los muertos (1973), Pánico en el transiberiano (1973), No profanar el sueño de los muertos (1974), La venganza de los zombies (1974), o La casa de los siete cadáveres (1974).



Alentado por las cabeceras de telefilmes como Creepshow (1982), con la inolvidable secuencia del autoestopista reiteradamente atropellado en plena noche en una recóndita carretera secundaria, Historias de la Cripta (Tales from the Crypt), la multimillonaria producción del videoclip de Michael Jackson Thriller (1983), o el apogeo del gore, con el censurado icono de Peter Jackson Bad Taste (1987) como mejor exponente zombie, el explícito y prolífico subgénero se ve relanzado por dos inquietantes metrajes de Romero, que vuelve a contar con Tom Savini al frente de los efectos especiales; El regreso de los muertos vivientes (1985) y El día de los muertos e innumerables cintas de serie B con los harapientos resucitados como protagonistas; Apocalipsis Caníbal (1980), La niebla (1980), La nave fantasma (1980), La invasión de los zombies atómicos (1980), Holocausto zombie (1980), Miedo en la ciudad de los muertos vivientes (1980), Zombies Tóxicos (1980), Muertos y enterrados (1981), Lucifer (1980), Aquella casa al lado del cementerio (1981), El lago de los muertos vivientes (1981), Night of the zombies (1981), Nueva York bajo la amenaza zombie, La noche del cometa (1984), las dos entregas de El cementerio de animales (1987-89), Escalofrío (1989), La serpiente y el arco iris, o las producciones italianas de 1981 El Más Allá y Masacre Zombie.

Los films británicos 28 días después (2002) y 28 semanas después (2004), de Dany Boyle, el 3D de Romero La tierra de los muertos vivientes (2005), el remake de Soy Leyenda (2007), dirigido por Francis Lawrence y protagonizado por Will Smith, El amanecer de los muertos (2009), de Zack Snyder, o Zombieland (2009) cinta premiada en el festival de cine fantástico de Sitges, constituyen algunas de las últimas incursiones cinematográficas en el hediondo universo de unos malhumorados 'fiambres' que entran en el siglo XXI, en estrecho contacto con el mundo del viodeojuego, a través de la comercial coproducción europea Resident Evil (2002), que aportaría tres secuelas hasta 2008.

Netamente alejadas de la comedia de horror, cultivada en los últimos tiempos por Santiago Segura (Zombies Party) o el mexicano Robert Rodríguez (Planet Zombie, Planet Terror), encontramos la solvente producción REC (2007), y su inmediata secuela REC 2 (2009), ambas del catalán Jaume Balagueró, (Darkness, Los sin nombre...).


La tridimensional invasión zombie del videojuego se desarrolla estrechamente vinculada al mundo del cómic, donde destacan las series , Thriller Bark, Walking dead, de Image Comics, la japonesa One Piece, o el Manga de Hellsing, en el que los vampiros convierten en muertos vivientes succionadores de sangre humana.

Jolly Roger

4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. gracias por el comentario y por seguir el blog. hacemos lo que podemos.

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  2. tios kreeis en el apocalipsos zpmbie

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  3. en bcn estamos jodidos estan a 3 km de mi casa y a la tuya tioo a 5

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